Acerca del autor
http://www.lydiacacho.net/
Mi nombre es Lydia Cacho Ribeiro, nací en 1963 en el Distrito Federal. Soy periodista y escritora. Desde hace 21 años vivo en Cancún desde donde me he dedicado a reportear y analizar temas de derechos humanos y política. He trabajado durante años en radio y televisión en Quintana Roo. Mis medios favoritos son la radio y la prensa escrita, ambos nos abren la posibilidad de interactuar con la opinión pública.
Durante años supe que escribir y opinar no bastaba, así que decidí participar con un grupo de mujeres en la creación de una Asociación Civil. Después de 15 años de trabajo informal en el 2000 abrimos el Centro Integral de Atención a las Mujeres, CIAM Cancún, A.C. Es un centro especializado de atención a mujeres, niños y niñas víctimas de violencia doméstica y sexual.
Libros publicados: “Los demonios del edén: el poder detrás de la pornografía infantil”, “Muérdele el Corazón”, “Esta Boca es Mía”, “Memorias de una infamia”.
Premios:Premio estatal de periodismo 2000. Don Sergio Méndez Arceo Premio Nacional de Derechos Humanos. Ginetta Sagan award de Amnistía Internacional. International Women Media Foundation Courage Award 2007. OXFAM Human Rights Award.
Patriotas patito
Desde que era pequeña mi abuelo paterno, que era un militar conservador, gustaba de que su hermana, la tía Eloína, nos llevara a pasear en el Castillo de Chapultepec.
Confieso que era maravilloso escuchar las anécdotas de la tía abuela sobre los niños héroes. En aquellos tiempos, hace por lo menos tres décadas, imaginaba a los cadetes enrollados en la bandera lanzándose al vacío para defender a una patria llamada México.
Muchos años después resulta mucho más difícil imaginarme a Felipe Calderón embalsamado en el lábaro patrio por las declaraciones del gobierno estadounidense sobre la corrupción mexicana y la infame guerra contra el narcotráfico.
Los que se enroscan en la bandera por las declaraciones sobre corrupción mexicana se equivocan. Nadie ha dicho que el gobierno estadounidense sea moralmente superior al mexicano; basta decir Bush para entenderlo.
Lo que sí digo es que México le pidió al vecino yanqui un préstamo multimillonario llamado Plan Mérida, para entrar a una guerra cuyo cuartel son nuestras calles, los barrios en los que caminamos las mujeres, en los que circulan los niños y niñas que van a la escuela. La guerra contra el narco no se da en espacios aislados, sino en el país entero; en el nuestro, donde las mujeres y hombres hemos aprendido a fuerza de sufrimiento y responsabilidad a reclamar nuestra voz y nuestro voto.
En México, que nos quede claro, nada es gratuito. Y el gobierno estadounidense lo sabe. Por eso pide cuentas, por eso pone límites. Y lo que resulta inaceptable es comprarse el teatro de quienes han pedido asistencia económica, armamentista y militar, y luego se niega a la supervisión.
Todo tratado político tiene un precio.
Sí, los estadounidenses venden armas porque su ley lo permite por lamentable que ello sea, pero los mexicanos compran armas porque nuestras fronteras, porosas e ineficientes, permiten la entrada de esas armas.
Según los especialistas en seguridad nacional, al menos 50% de las armas ilegales entran a México a través del tráfico ilegal orquestado por cuerpos policiacos aztecas.
Los estadounidenses tienen sus propias reglas, los mexicanos casi ninguna para entrar por la frontera norte hacia el sur.
Para frenar el tráfico de armas sí es necesario un acuerdo binacional, pero sin duda la primera regla es mirar hacia adentro.
Habría que preguntarnos cuántos agentes aduanales en la frontera norte revisan las cajuelas. Cuántos hablan árabe e inglés. Cuántos se venden por 100 dólares. Cuántos policías tienen un arma oficial y una propia.
Mi abuelo, el militar, decía que el buen juez por su casa empieza. Él, como muchos que están muertos, tenía razón.
Hoy me rebelo contra el patriotismo patito, caricaturizado. Antes de lanzarnos al vacío de la falsa dignidad, revisemos las deficiencias propias.
OPINION LIC. PEDRO GARCIA PALAZUELOS
Cuando la premisa mayor es falsa, el juicio se derrumba.
“Plan B”, en el tema que hoy aborda erra.
Es totalmente FALSA la premisa mayor de donde emana el juicio donde “funda” su erróneo reclamo.
En efecto;
ES FALSO que “…México le pidió al vecino yanqui un préstamo multimillonario llamado Plan Mérida…” como erróneamente lo afirma la columna.
El llamado “Plán Mérida” es una CREACIÓN de legisladores de la Cámara de representantes de Estados Unidos que acogió Bush y se la IMPUSO al gobierno mexicano en la primer reunión que los mandatarios de ámbos Países sostuvieron los días 13 y 14 de marzo del 2007 en Mérida, Yucatán; de ahí el nombre “Mérida” que inicialmente sus creadores, los Legisladores estadounidenses, habían contemplado como “Plán México” por la similitud REAL en su concepción y fines que éste tiene con el tristemente célebre “Plán Colombia” impuesto también ya un decenio atrás por los norteamericanos a Colombia.
Si la columnista tiene la atención de revisar la Ciberteca del propio “UNIVERSAL” sobre el tema, la amplia y puntual información que ése prestigiado Diario nos ha dado a sus asiduos lectores, le será de grán utilidad para evitar en el futuro tan lamentables yerros en temas que, observo, le son del todo desconocidos en su real concepción.
Por lo demás, tampoco corresponde a la realidad histórica, en la mecánica JURÍDICO- PENAL- DELICTIVA del criminal contrabando de ARMAS de los COPARTÍCIPES Narcotraficantes norteamericanos a los Narcotraficantes mexicanos, la operatividad de ésa ilícita actividad que la columnista, parcializando, justifica y EXCULPA a los estadounidenses en su desinformante columna.
Sobre el particular, solo pregunto puntualizando ¿Qué le impide a “Plan B” ver y admitir del lado de la frontera estadounidense la misma porosidad que tan finamente ve solo del lado mexicano?.
Lic. Pedro García Palazuelos.
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